
Vivimos un noviazgo maravilloso, nos llenan de atenciones, nos bajan la luna, el sol y las estrellas y nos perdemos de amor por ese ser, así nos vamos entregando a ese sentimiento tan bello y culminamos en el altar nuestros hermosos sueños, para iniciar una vida en común con nuestra pareja.
Al paso del tiempo llegan los hijos, fomentamos ese hogar entregando todo lo que tenemos de nosotras mismas, cada día nos levantamos de la cama pensando en cuántos trabajos nos esperan, ese trabajo que hacemos con amor, con esa “casi veneración” por conservar ese nido de amor en el cual nuestros hijos viven gozando de nuestra atención, de nuestro amor.
Van pasando los años y esa misma rutina nos va envolviendo hasta darnos cuenta que casi llevamos una vida vacía de motivos para continuar y al despertar una mañana contemplamos el rostro dormido de ese ser del cual nos enamoramos y nos preguntamos si es amor lo que sentimos, si tenemos en nuestro corazón ese mismo amor que nos llenó el corazón al conocerle##